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Mi nombre es Linda, tengo 21 años soy profesional en Negocios Internacionales, estudie en una de las mejores universidades del país, también tengo un técnico laboral y un par de certificaciones en herramientas de Office, estadísticas y mediación. Soy bilingüe, ya que hablo español e ingles con fluidez y suficiencia.

En mis ratos libres canto, compongo música, toco mi bajo, las maracas e inclusive la clave, durante las noches estudio francés y portugués en una de esas nuevas aplicaciones para estudiar idiomas y aunque cuento con poca experiencia laboral, soy muy dinámica , pro-activa y aprendo muy rápido.

¡Todo esto para decirles que igual no tengo empleo!

Dicho esto, me vuelvo a presentar: Pues creo que omití detalles, que podrían ser importantes; Mi nombre es Linda, tengo 21 años […] y aprendo muy rápido, pero también soy negra, y no solo eso soy una negra felizmente “maldecida” con un frondoso cabello afro, mismo que en sus mejores momentos ni una liga es capaz de retenerle recogido, siempre esta limpio, con un delicioso aroma a coco, que me fascina!

¡Bendita sea la marca “African Pride”!!

Entonces, ¿que pasa? Me pregunto una y otra vez!

Cuando soy rechazada una y otra vez ya sea durante una entrevista laboral o al recibir un mensaje en mi smartphone de alguna compañía en el cual básicamente me dicen: —¡Muchas gracias, pero no, gracias!—. De inmediato en mi cerebro a un millón de revoluciones por segundo empiezo el auto-sabotaje: debe ser que hablé muy rápido o quizás la información consignada en mi hoja de vida no les convenció, o será la suma de todas las anteriores, joder ¿qué pasa?

Después llegan los “expertos”:

—Te puedo sugerir algunos cambios— dice un amigo.

Una amiga, con cara de desaprobación se queda mirando mi hoja de vida; Acto seguido estamos revisándola, para hacerla más parecida a la de ella.

En acto “piadoso” la voz de mi mejor amiga me dice —Se que pasas por una situación difícil, si necesitas algo, cualquier cosa; tu solo dime—.

Otro se atreve a insinuarme que me va a enseñar a presentar una entrevistas.

Por último mi madre me envía las pruebas mas comunes en las entrevistas laborales, para que las repase. Y no lo duden me toma la lección.

Juro que he hecho, cada una de esas cosas, he revisado, leído, estudiado, transcrito, mejor dicho, ¡he hecho y desecho! ¿Entonces que es lo que pasa?

Este año parece no ser la excepción, contemos desde la ultima semana de febrero a la primera de abril, no me han llamado a mas de 5 entrevistas, sin embargo quiero puntualizar en una de ellas, pues parece que aquí puede haber alguna respuesta a lo que en verdad sucede conmigo, revisemos:

La compañía (como llamaremos a la empresa) abrió su oferta la ultima semana de Enero, un proceso largo y engorroso, como suelen ser. Consistía en una serie de pruebas psico-técnicas y de conocimiento, 4 para ser exactos; seguidas de 3 entrevistas.

Sin temor a sonar tan siquiera un poquito petulante: ¡la saque del estadio! Aunque la vacante no se relacionada en un 100% con mi perfil laboral (el cual establecen los psicólogos, en sus pequeños cajones llenos de descripciones) tanto las pruebas de finanzas, economía y estadística así como las que “definen” mis patrones de comportamiento las resolví en su totalidad, en tiempos record y con los mayores puntajes.

Por ahí dicen que consuelo de muchos, consuelo de tontos, pero a mi me gusta recordarme, que entre 150 participantes, estuve en el grupo de los 5 entrevistados, que no son muchos realmente; Obtuve mi pase para la siguiente ronda, como era de esperarse la entrevista fue grupal, a todos nos realizaron exactamente las mismas preguntas y sinceramente no sentí ningún tipo de discriminación en este punto del proceso, a medida que iban acabando las preguntas para cada uno de los postulados, cada uno se iba retirando, así fue que sucedió que me quede sola con la señorita entrevistadora.

Lo primero que sale de su boca es: —oye me encanta tu tono de piel y tu estilo, ¡pareces una muñeca!—, palabras a las que esboce una amplia y cordial sonrisa de “agradecimiento”, acto seguido la señorita entrevistadora (estamos hablando de una psicóloga de selección graduada) enfoca su mirada en mi cabello, y suelta una sonrisilla forzada, —Linda, tu cabello… (espacio para pensar lo que me va a decir) luce muy bonito, como una “esponjita”, debe estar muy enredado, ¿no?, como haces para peinarlo, debe ser difícil de desenredar, y… ¿cómo lo recogiste?—.

Menuda retórica la de la señorita entrevistadora. Sere sincera, (primero me quede callada por un momento), en mi cabeza pasaban todas las formas posibles para decirle a esta mujer cuanto me molestaban y agredían sus preguntas y afirmaciones, pero tuve que recordar que estaba en una entrevista laboral, respire profundo y le respondí — mi cabello esta desenredado, lo peino casi todos los días, inclusive tiene aroma a coco— y la invite a olerlo (no se por qué hice eso, no necesito su validación).

—¡Huy si, huele muy rico!— me respondió la señorita entrevistadora, sin embargo siguió con el tema de mi cabello, —…entonces Linda, como tu sabrás esta empresa es una multinacional muy grande y hay unos códigos de vestuario y presentación… …será que no podrías llevar el cabello, bueno… …como tu sabes—.
Antes de que ella dijera otra palabra asentí y le respondí de manera conciliadora — no importa puedo llevarlo recogido —.

Nuevamente la señorita entrevistadora me enseño su sonrisilla forzada y volvió a hablar de mi cabello, — quizás podrías cepillarlo o plancharlo para que se vea liso, porque así se ve mas bonito y presentable —.
Para ese momento yo ya estaba iracunda, le respondí — portar mi cabello afro fue el primer paso de mi auto-aceptación, es el símbolo de mi identidad y es una muestra de empoderamiento, lo puedo llevar recogido, pero si estamos hablando de “aliser” o planchas eso no esta en consideración; mi cabello no disminuye mis capacidades intelectuales ni mis aptitudes profesionales —.

Apenas termine se produjo un silencio muy incomodo, la única solución de la señorita entrevistadora fue cambiar de tema, intercambiamos risillas forzadas y salí de allí.

Una semana después tenia el mensaje de siempre en la bandeja de entrada de mi smartphone —¡Muchas gracias, pero no, gracias!—.

¡Gracias Viviana (oops se me fue el nombre de la señorita entrevistadora), nutres mi lucha!

Para mi lucir mi cabello natural es un asunto que va mas allá de la estética, es un asunto de identidad, hago un llamado de atención a las empresas, por su deseo de mantener estereotipos de belleza se convierten en parte de mecanismos de discriminación y les recuerdo, que tengo un derecho inalienable de llevar mi cabello natural, y sí, entiendo que la presentación es importante… pero mi cabello afro, nuestro cabello afro no es por ningún motivo impresentable.

Les exijo que no me invisibilicen, no traten de obligarme a negar mis raíces, que vergüenza que ser negra se haya vuelto “una opción”, “o eres negra o tienes trabajo” o “eres negra o tienes amigos” y así puedo escribir toda una lista!

Se que este texto esta largo, pero me estoy despachando… y aunque el tema es personal, quiero recalcar que es un asunto que nos concierne a todos, porque no es un tema de negritudes per se, esto es un asunto de derechos humanos.

Para finalizar , mi cabello no es malo ni bueno, simplemente es mi cabello y antes de ser negra soy persona, me llamo Linda , no Negra, pero soy negra.

 

Escrito por Linda Sepulveda.

Editado por Patrik Mosquera